Actualmente, existen multitud de pseudoterapias etiquetadas bajo el nombre de terapias alternativas o, peor aún, psicoterapias. Tales prácticas, llamémoslas terapéuticas, que carecen de rigor y fundamento, presentan realmente un riesgo para las personas que se ponen en manos de aquellos profesionales que las practican, puesto que hay que tener presente que muchos de los terapeutas que usan métodos cuya fundamentación es la invención creativa de marcos conceptuales esperpénticos, son simples ingenuos que siguen a ciegas lo que otros les dictaron. No obstante, otros tantos son simples y llanos estafadores sin escrúpulos que no tienen ningún conocimiento sobre psicología, y otros, en el mejor de los casos, han leído algún libro al respecto. Debido a su falta de formación profesional no sólo llevan a cabo prácticas del todo inmorales e ineficaces, sino que en ocasiones son incluso antiterapéuticas.
En el mejor de los casos, los clientes pueden abandonar la terapia sin haber experimentado ningún tipo de mejoría, pero lo malo es que en muchas ocasiones pueden empeorarse sus problemas debido a una mala gestión por parte de la persona que se supone es un profesional. Desde agravar y fortalecer los síntomas hasta tomar al cliente como si fuera un espejo de sí mismos para así recomendarles que hagan lo mismo que hicieron ellos cuando vivieron una situación parecida, pasando por la inducción de falsos recuerdos mediante hipnosis e incluso forzar la dependencia del cliente respecto al terapeuta con el único objetivo del lucro sin restricciones temporales… Algunas de estas prácticas son simples errores que cometen estos terapeutas puesto que la mayoría no tienen ni idea de Psicología, y mucho menos de Psicología Clínica, pero otras veces son actos deliberados que llevan a cabo evadiendo la ley y con el único afán del lucro.
Actualmente, el número de terapias alternativas es prácticamente infinito debido a su aceptación social, y cada vez crece más, dado el contexto competitivo por conseguir dinero en una época en la que escasea. Dada la facilidad de inventar un nuevo marco terapéutico fantástico que no tiene la necesidad de ser contrastado, cada vez son más las personas que se aventuran a divagar acerca de lo que podría dar buen lucro y ponerlo en el mercado para probar suerte. Algunas de las terapias alternativas más extendidas son:
Psicoanálisis: Basado fundamentalmente en las ideas que Sigmund Freud recogió de algunos coetáneos e ideas dispersas de la época (aunque cada psicoanalista hace lo que le parece oportuno sin seguir un marco unificado). Su mayor aportación fue recoger dichas ideas y crear un corpus de conocimiento coherente que fuera el marco de lo que él denominó psicoanálisis, un nuevo enfoque psicoterapéutico basado en conceptos tales como: traumas cuyo origen siempre se sitúa en la infancia, categorización de tipologías diagnósticas equiparables a las enfermedades médicas, existencia de una parte inconsciente con la que se tienen conflictos continuamente, etc; unido a prácticas tales como la hipnosis (aunque Freud la rechazaba), la asociación libre o la ausencia de intervención por parte del terapeuta. El psicoanálisis fue revolucionario en su época y sin duda fue un impulso para la psicología, pero hoy en día los manuales de psicoanálisis son perfectos para envolver pescado, para poco más sirve el moribundo y trasnochado psicoanálisis (si exceptuamos la ganancia económica).
Terapia Gestalt: Esta corriente del humanismo fue introducida por Frederick Perls en colaboración con Paul Goodman. En ella se aúnan conceptos del existencialismo, la fenomenología, el psicoanálisis y el budismo zen, cuya mezcla da lugar a una concepción diferente sobre la psique humana. Si bien al estar sustentada en corrientes filosóficas no se le puede discutir mucho mediante la simple opinión, científicamente no posee ninguna base y aunque su praxis terapéutica conlleva ciertos aspectos de los que se han nutrido otras corrientes, sus periodos terapéuticos tan excesivamente largos en el tiempo, que pueden llegar a los 5 o 6 años fácilmente (a 50€ por sesión semanal, sin duda cualquiera podrá ver lo astronómicamente absurdo del precio), hace que sea una terapia prácticamente ineficaz, aunque como mero acompañamiento vital podría resultar adecuada en caso de que uno mismo no sepa qué hacer con su dinero. Sumado a ello, lo que la teoría dicta tiene un fuerte carácter utópico que imposibilita su puesta en práctica, tanto por parte del terapeuta como por parte del cliente. No obstante, lo peor de esta corriente es que sus profesionales son formados y adquieren el título de terapeutas sin necesidad de estar en posesión del título de Psicólogo y por tanto sin saber nada de psicología, lo cual a mí me daría reparo en caso de optar por ponerme en sus manos.
Bioenergética: Su máxima se fundamenta en la continuidad psique-cuerpo, tomándose ambos como un continuo sin distinción, concepto que comparte con la terapia Gestalt. Su terapia se basa en que las experiencias dejan una huella energética en el cuerpo (sólo Dios sabe dónde y cómo), y el análisis y movimiento de tales energías a través del movimiento corporal daría como resultado el progreso personal continuo. Este tipo de terapia no es ya que no esté basado más que en una idea que se le pasó por la cabeza un día a Alexander Lowen, sino que además es tan limitada que poca eficacia terapéutica es capaz de arrojar. Como norma general, cualquier disciplina pseudopsicológica en la que se halle incluida la palabra “energía” suele ser una estafa, pues es una forma de introducir un concepto que puede dar mucho juego (engañoso, por supuesto) y no es necesario ni tan siquiera definirlo (dado que todos poseemos una definición vaga de lo que puede significar), por lo que puede ser cualquier cosa.
Programación Neurolingüística (PNL): Si bien es cierto que como psicólogo no tengo mucho que discutir a la PNL, puesto que gran parte de su corpus se basa en un enfoque cognitivo (sobre todo de la psicolingüística) y social, enfoques tan avalados a lo largo de la historia de la psicología, su metodología y puesta en práctica sí es uno de sus grandes fallos. Aún teniendo presente que este modelo no es realmente un modelo terapéutico, en ocasiones puede ser tomado como un tipo de terapia alternativa cuyo objetivo es educar a las personas en el autodescubrimiento y la comunicación interpersonal efectiva, así como modificar conductas y cogniciones desajustadas. Con todo y con ello, su (en mi opinión, erróneo) vínculo con el misticismo del alma que tan superado está y con algunas corrientes filosóficas que por su naturaleza son mera opinión, hace que se desvirtúen sus buenos fundamentos.
Coaching: El Coaching responde simplemente a una nueva moda. Muchas son las personas que aún no siendo psicólogas desean trabajar de ello, y ven en el coaching una oportunidad. En sí mismo el coaching carece de contenido, sino que recoge conceptos de aquí y de allá generando una mezcla tan frágil como ineficaz. El coaching es básicamente la antesala de una terapia psicológica, se podría catalogar como una terapia light y por eso es capaz de ser llevada a cabo por personas que no tienen la titulación en Psicología, pues sólo busca una especie de acompañamiento personal en el que la persona que lo desee pueda desarrollarse personalmente o llegar a algún objetivo. Ni qué decir tiene que todo psicólogo es automáticamente también coach. Así pues, el coaching no es más que una moda que en mi opinión no añade nada nuevo.
EMDR: La Desensibilización y Reprocesamiento por los Movimientos Oculares (EMDR) es un tipo de acción terapéutica que, basándose en el psicoanálisis, intenta hacer aflorar los traumas infantiles y su recuerdo emocional mediante el simple movimiento ocular. Es decir, nunca busquéis a Wally siendo adultos, porque como mováis mucho los ojos es posible que os deis cuenta de que estáis completamente locos y no habrá Cristo que os calme. Si bien es verdad que puede aportar una leve comprobación científica a través de características que recoge desde el enfoque cognitivo-conductual, su praxis clínica se aleja extremadamente de su función real, por lo que la EMDR y nada son términos sinónimos.
Reiki: Basada en ideas orientales milenarias, el Reiki es esencialmente una energía vital que fluye por todo el universo aunque no la podamos apreciar bajo ningún sentido ni con ayuda de ningún aparato de medida. Su misticismo y necesidad de actuar acorde a la fe hace que científicamente sea inadmisible aunque teóricamente pueda parecer verosímil. Tal energía fluye a través de los chakras de nuestro cuerpo (acerca de los cuales todo el mundo ha oído hablar, aunque ni la medicina ni la biología han sido capaces de encontrarlos), por lo que la canalización deliberada de dicha energía mediante las manos hacia todo tipo de cosas (otras personas, animales, plantas, objetos, partes del cuerpo, etc.) otorga al objetivo cualidades milagrosas y dignas de alabanza. Ni qué decir tiene que cualquier terapia basada en este supuesto es pura invención fantástica que, eso sí, mueve mucho dinero.
Biodanza: Su base enraíza en las ideas de la bioenergética y la musicoterapia. Es decir, esta corriente terapéutica busca el desarrollo personal y la autorregulación mediante el movimiento de las energías corporales a través de la música (vamos, que todos los jóvenes se hacen terapia a sí mismos los fines de semana en la discoteca). Sinceramente, como actividad de ocio seguro que es divertida a más no poder, pero como terapia psicológica…
Flores de Bach: Esta… cosa, usualmente vinculada a la homeopatía, directamente me parece un insulto que se vincule a la psicología, cuando pertenece más bien al campo de estudio del esoterismo. Su acción terapéutica (además de otras prácticas del todo burlescas) pasa por relacionar cada una de las 38 flores escogidas, a un estado anímico (madre mía, 38 estados del alma, qué horror…), con lo cual portar una flor concreta o tomar una infusión de tal flor nos otorga directamente tal estado anímico. Bien, bien… sin comentarios.
Grafología: La grafología tampoco es una disciplina terapéutica, si bien por su inutilidad psicológica es necesario aquí mencionarla. Su planteamiento es que dependiendo de la forma caligráfica de nuestra escritura se pueden conocer aspectos nuestros como rasgos de personalidad, inteligencia, motivación, etc. Bueno, aunque no necesito proclamar la absurdez de este planteamiento puesto que la psicología ha dinamitado en infinidad de ocasiones los planteamiento de la grafología, sólo realizar una pregunta que quizá invite a la reflexión sobre la bondad de esta disciplina: si la escritura es una forma de expresión artificial que debe ser aprendida mediante instrucción durante la infancia, ¿cómo se puede con ella adivinar constructos psicológicos en gran parte innatos como son la inteligencia o los rasgos de personalidad? Cuánto daño han hecho los cuadernillos Rubio…
Tarot: Para éste directamente ni merece la pena gastar el tiempo.
Es cierto que aunque tan fácil y rápidamente exponga aquí nociones básicas sobre cada una de estas corrientes, las personas que se dedican a la utilización de tales disciplinas, digamos de forma profesional, evidentemente podrán discutirme los planteamientos aquí expuestos y siempre defenderán la bondad de lo que están haciendo, tal y como la bruja Lola defiende a capa y espada que a diario habla con los espíritus. Sin embargo, deberían ellos mismos aplicarse sus métodos para así llegar a la conclusión de que su conducta es moralmente muy cuestionable puesto que ni siquiera reparan en el hecho de que el tratamiento con el cual trabajan carece de fundamento, efectividad y relevancia sanitaria, lo cual debería ser de suma importancia teniendo en cuenta que lo aplican en personas que por su situación padecen un gran sufrimiento; sufrimiento sobre el que precisamente se apoyan para llevar a cabo una estafa, siempre bajo la premisa de que su terapia hará mejorar los síntomas, supondrá el desarrollo personal del cliente y, dependiendo de lo abultado de su cartera, podrá llegar a la iluminación trascendental eterna, en la que los problemas no existen. Asco es lo que me provocan tales prácticas.
No obstante, tampoco puedo evitar expresar el hecho de que la Psicología (lo que de verdad es psicología, avalada científicamente, y no meras invenciones fantásticas) no es perfecta y, al ser una ciencia muy moderna, aún le queda mucho camino por recorrer. Pero precisamente por su carácter científico es por lo que puedo afirmar su posición de superioridad frente a las denominadas terapias alternativas, que poca o ninguna eficacia poseen.
Con todo y con ello es bastante triste que haya tantísimas disciplinas incoherentes entre sí, puesto que evidentemente no todas pueden ser verdaderas. La pena de ello es que los terapeutas que siguen una corriente u otra, no se enfocan en el cliente en sí, sino que juzgan su problema y basan su terapia según lo que dicta su marco conceptual, sin tener en cuenta que cada problema tiene su propia solución. Este hecho, todavía peor, provoca que unas corrientes se enfrenten a las otras por ascender dentro de la escala de valoración social, para captar cuantos más adeptos mejor, lo cual no es sólo triste, sino repugnante. En este sentido, todas estas disciplinas se comportan igual que las religiones: competencia entre sí por ser la verdadera; cuando realmente los perdedores en esa guerra son las personas que están sufriendo.
Cada uno es libre de elegir la terapia que considere oportuna si cree que con ello va a mejorar, puesto que siempre parte de la terapia se basa en la motivación del cliente que desea un cambio para que así pueda ser efectiva, y es por ello que cualquier tipo de terapia realmente puede llegar a funcionar y arrojar cierta eficacia siempre y cuando el cliente esté extremadamente motivado. No obstante, espero que dicha elección provenga de un análisis de las alternativas, conociendo los pros y los contras de cada una de ellas, y no por el mero hecho del impulso que otorga la ignorancia, que en ocasiones es lo que da lugar a la captación de adeptos en las sectas. Espero que con este artículo cada uno se tome más en serio la búsqueda de profesionalidad, sobre todo en un campo en el que una de las variables suele ser el sufrimiento humano. Antes de dejarse deslumbrar por la etiqueta de “terapeuta” hay que buscar la palabra “psicólogo”.